Es la primera pregunta que la gente suele hacer cuando llega a mis clases y es la misma pregunta que yo me hice allá por el año 1994. La respuesta más próxima que puedo dar es:
Pues diríamos que es todo lo que haces en tu vida:
¿el estímulo te arroya de manera sobrecogedora, o puedes parar en cierto grado esa respuesta neuromuscular y elegir una opción más sosegada?
Estamos tan acostumbrados a ellas que no tenemos ni idea de la cantidad de tensión que acarreamos.
Aquí es cuando aparece la Técnica Alexander. Necesitamos una ayuda externa, a alguien que nos ponga físicamente la mano encima, nos muestre que puede haber otra tonicidad muscular, que nos enseñe a optar por no alterarnos y nos guie hacia una manera distinta de hacer las cosas.
Lo más curioso, es que no necesitamos hacer ni tablas de ejercicios, ni situar nuestra columna en ninguna posición, ni aprender unas reglas de comportamiento sino reconocer el qué está interfiriendo con nuestro modo natural de usarnos y aprender a dejar de hacerlo.
Únicamente así, podremos descubrir cómo nos usamos verdaderamente y nos pondrá en la situación de querer cambiar o no.
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David Gutiérrez Beired // Yvonne Craddock
Profesores cualificados por S.T.A.T. (Sociedad de Profesores de la Técnica Alexander)